Hace unos días, tuvimos el placer de realizar una de las entrevistas más cercanas hasta la fecha. Conocimos y hablamos con Sergio Torrico, actor cordobés de mirada intensa, con un imponente 1,79 m de altura y a punto de estrenar sobre las tablas Lanzar los dados. Compartimos café y anécdotas, pero sobre todo hablamos de lo que mejor sabe hacer: actuar.
En 2004 decides montar tu propia compañía, Teatro Íntimo Teatro, junto a dos de tus compañeros de Bululú 2120. Esta nueva compañía produce en 2007 “Cartas de amor a Stalin”, donde tú interpretas a Mijail Bulgakov, un autor ruso condenado a la censura de Stalin. Precisamente, para tu nombre de usuario de Instagram (@torricobulgakov) tomas el apellido del protagonista. ¿Qué supuso para ti tanto la creación de la compañía como protagonizar a Mijail?
La compañía surge a raíz de la escuela con dos compañeros con los que tenía mucha afinidad. Hicimos La noche de las tríbadas en primer lugar y, efectivamente, después vino Cartas de amor a Stalin, y desde entonces, entre María Vigil y Rubén Martínez, los otros cofundadores, y y yo, nos llamamos los rusos. Fue un personaje muy sufrido que me marcó profundamente. Se va volviendo loco progresivamente y tiene un final muy triste. Disfruté mucho haciéndolo.
Juan Mayorga, el autor de la obra, afirmó en una entrevista que pusisteis magníficamente en pie dicha obra, la cual podía llegar a pecar de ser excesivamente intelectual, pero que supisteis en todo momento acercarlo al público. ¿Fue complicado conseguir esto?
Lo teníamos claro desde el principio. Sólo fue complicado afrontar los personajes, queríamos dotarles de sangre y vísceras. Estuvimos muy bien dirigidos por Paco Obregón y al final llegó todo a buen puerto.
Después de aquello, han venido, entre muchos otros, trabajos como los que hiciste en Tierra de lobos, Chessboxing, Imperium, Hermanos, Aída, La que se avecina, Los nuestros, El Caso y El Ministerio del tiempo. Has hecho papeles de todo tipo, pero siempre un poco mostrando una faceta dura.
Las cosas que hago en televisión empiezan sobre todo a partir de 2010 porque hay un momento en el que me doy cuenta de que hay que ser un rostro popular. Incluso para el teatro buscan caras conocidas, además de que yo siempre he querido hacer televisión y cine. Me lo propuse, me costó mucho, pero empezaron a ocurrir todos esos proyectos. Mi primer personaje importante llegó con Los Nuestros. Fue un rodaje en unas condiciones muy duras, precedido de un entrenamiento militar intenso durante 3 semanas, pero mereció la pena porque me permitió demostrar muchas cosas como actor.
Sorprendiste mucho a la crítica, tanto nacional como internacional, con la webserie Con pelos en la lengua, donde interpretas a Santi, un personaje gay. Háblame de ese papel.
La clave del éxito de Santi es que combinaba inocencia con masculinidad, sensibilidad y naturalidad y eso conectó mucho con el público gay. Tuvo muy buena acogida en España y también en Latinoamérica, desde donde los seguidores de la serie me escriben casi a diario.
¿Y cómo fue aquella escena en la que apareces cubierto de nata?
Estaba muy preocupado por si se me veía la barriguita, pero lo compensamos cubriéndome aún más de nata. Quedó muy bien al final y fue una escena muy divertida. Hay gifs rodando por ahí de aquello.
Como he dicho, en los papeles que has ido interpretando has mostrado una faceta dura, pero en algunos también has sido tierno y divertido. ¿Hacia qué polo se mueve el verdadero Sergio?
Mi físico me ha abierto puertas con papeles acordes, pero sobre todo porque en España no estamos acostumbrados a ver chicos musculosos o cachas haciendo de abogados o médicos. Esa parte de mi físico me ha creado un nicho en la profesión, es un rasgo identificativo claro, pero será aún más interesante cuando se puedan hacer otro tipo de papeles, como sí ocurre en series americanas, donde un pediatra, por poner un ejemplo, puede estar musculado simplemente porque va al gimnasio y no porque sea necesario para su profesión.
Y por supuesto, el verdadero Sergio tiene un poco de todo, de esa ternura y también de esa fuerza. Como actor lo que haces es suprimir o potenciar ciertas partes tuyas según le venga mejor al personaje. Tengo un lado agresivo, pero la empatía hacia el otro lo frena y con un personaje como el que interpreté en Hermanos haciendo de skinhead pude dar rienda suelta a ese instinto más primario.
En Kiki, apareces en una escena en la que Paco León te realiza una lluvia dorada. Es una película llena de filias sexuales. ¿Cómo fue grabar esa escena?
Fue muy fácil trabajar con Paco, aunque iba sin saber cómo se iba a rodar lo de la lluvia, pero yo digo que sí a todo. Él es muy cercano y nos entendimos muy bien. Se hicieron bastantes tomas y se fue perfeccionando. Paco utiliza un método de improvisación, no te da un guion como tal sino que te indica el camino por donde tienen que transitar los personajes y algunas frases y gags concretos. Eso obliga al actor a estar muy despierto, muy atento y a hacerlo de forma muy natural. Es una forma de trabajar que saca lo mejor de cada uno. El resultado fue una escena corta pero llena de matices.
Y lo que es muy curioso es que Paco León me contactó a través de Instagram. Fue Eduardo Casanova el que le habló de mí. Con Eduardo tengo muy buena relación. Nos conocimos en Aida, pero fue en Nueva York cuando me lo encontré por casualidad en un bar y empezamos a tener más contacto.
Actualmente te encuentras inmerso en la preparación de Lanzar los dados, con un texto de Miguel Ángel González y bajo la dirección de Daniela Padilla. De la obra poco sabemos, exceptuando las fotos que se van subiendo a su cuenta de Instagram y en la que se te puede ver con un abrigo negro y una máscara de gas. Cuéntanos un poco de que trata la obra y cuándo está previsto el estreno.
La obra se estrena el próximo 7 de enero en Teatro La Nao 8. Estaremos durante los meses de enero y febrero cada sábado a las 22:30 h. Es una sala pequeña en Malasaña (Madrid) así que de momento será teatro de proximidad, que es muy interesante porque se produce un nivel de intimidad muy bonito con el espectador.
La trama gira en torno a dos detectives que andan tras la pista de un asesino en serie. En cada crimen siempre hay un testigo y ve a este asesino con una máscara de gas.
Es un homenaje a la novela negra, al cine americano policiaco de los años 70, con máquina de escribir y mucho humo.
Mi personaje es alcohólico, fumador empedernido, quemado, harto de todo. El otro personaje es muy pulcro, acaba de salir de la academia, quiere hacerlo todo perfecto... Eso sí, los personajes son menos arquetípicos de lo que parecen al principio. La trama gira en torno a encontrar la clave para resolver los crímenes y también en torno a la relación que mantienen ambos detectives. Una obra muy rápida, con un ritmo vertiginoso, que va in crescendo.
Es el mejor personaje que he interpretado hasta la fecha, especialmente por la variedad de matices que permite. Es un tipo juguetón, pero también un poco agrio. Se va emborrachando a lo largo de la función, y va mostrando su vulnerabilidad. Una de las complicaciones es interpretar la borrachera del personaje, una borrachera en la que me rompo emocionalmente.
Aparte de Lanzar los dados, ¿qué es lo más inmediato con lo que nos podemos encontrar de tu trabajo?
Estamos pendientes del estreno de Pulsaciones, de Emilio Aragón y también de Vergüenza de Movistar donde tengo una escena con Javier Gutiérrez. Y hay un proyecto que podría llevarme a Los Ángeles. Estoy preseleccionado para rodar el piloto de una webserie para YouTube Red, un piloto que parte de un presupuesto de 600.000 dólares, más o menos lo que se destina en España a un capítulo de una serie de televisión de mucho presupuesto.
Y, por supuesto, pendiente también del estreno en primavera de Como la Espuma, de Roberto Pérez Toledo. Os prometo un peliculón, un personaje que va a gustar mucho y un desnudo de impacto.